La Europa League ya tiene campeón. El Sevilla, que no partía como uno de los favoritos a principios de temporada, se ha vuelto a proclamar como el rey de la segunda competición continental. Pese a los grandes clubes que aspiraban al título, con una larga trayectoria detrás, el combinado hispalense demostró a base de fútbol su capacidad y especial relación con el torneo.
El camino de los andaluces, sin embargo, no ha sido nada fácil. Puede que ahí radique el gran éxito cosechado por el equipo. Los de Julen Lopetegui han dominado partidos, pero también se han visto obligados a replegarse en defensa y, sobre todo, a darle la vuelta al marcador. El simple hecho de superponerse a los problemas que iban surgiendo en cada partido muestra el potencial de la plantilla.
El primer paso del Sevilla fue ganar a la Roma. Los italianos no pusieron oposición y perdieron 2-0 gracias a los tantos de Reguilón y En-Nesyri. Pero, tras esa victoria más cómoda, se sucedieron tres encuentros repletos de inconvenientes y barreras que el equipo español consiguió superar con creces.
Frialdad frente al Wolverhampton
Una de las curiosidades de este título del Sevilla es que en los últimos tres partidos, desde los cuartos de final hasta el gran encuentro por el título, ha recibido un penalti en contra. Y, además, en todos estos casos la pena máxima llegó en los primeros minutos de partido.
Contra el Wolverhampton, el equipo entrenado por Julen Lopetegui supo reponerse a ese error inicial. Su salvador, en aquella ocasión, fue Bono. El guardameta se hizo grande bajo palos y consiguió parar el penalti a Raúl Jiménez cuando no se había llegado ni al minuto 15 de partido. Una parada que, vista ahora con perspectiva, ha valido un título histórico.
Tras ello, el Sevilla consiguió tomar el mando del partido para cerrar la victoria en el minuto 88. Casi al borde del descuento, Lucas Ocampos remató de cabeza para certificar el pase a unas esperadas semifinales.
Las remontadas ante United e Inter
Si ante la Roma y el Wolverhampton el Sevilla podía partir como favorito, tanto en semifinales como en la gran final no contaba con ese papel. Dos clubes con experiencia en Champions, en busca de la segunda competición europea y con las ganas de recuperar cierto status continental quería impedir el ascenso sevillista.
Las semifinales ante el United, igualmente, comenzaron un penalti. En este caso, al contrario que lo acaecido ante los británicos, sí se transformó en gol. Bruno Fernandes logró batir a Bono y a menos de diez minutos del inicio, el United ya partía con 1-0 en el marcador. Suso y De Jong serían los encargados de certificar la remontada, primero en el 26′ y luego en el 78′, hasta tumbar a los de Mánchester.
En la final, una vez más, el penalti tradicional del Sevilla hizo acto de presencia. Y pudieron ser más, a tenor de la polémica suscitada durante el encuentro por una mano de Diego Carlos. Lukaku batió a Bono y a los cinco minutos de partido, de nuevo, el Sevilla iba por detrás en el marcador.
Los de Lopetegui, que se han licenciado en remontadas y triunfos heroicos, consiguieron darle la vuelta al encuentro con un 2-1 gracias a dos tantos de De Jong. Tras la réplica de Godín en el 35′, Diego Carlos se erigió héroe del título con un tanto para enmarcar en el 74′.