La polémica desapercibida del Clásico: ¿Camavinga mereció la roja?

El penalti de Pau Cubarsí a Lucas Vázquez que Soto Grado interpretó como zancadilla del barcelonista cuando fue tropezón voluntario del madridista; el ‘gol fantasma’ de Lamine Yamal que no subió al marcador porque hay más cámaras laterales en las porterías del Coliseum de Getafe que en el flamante nuevo Santiago Bernabéu, a no ser que las imágenes estén secuestradas; el posible penalti no pitado de Rüdiger a Fermín, un ‘caderazo’ desentendiéndose del balón; las amarillas perdonadas a Modric, que al final la vio en el 83′ por derribar a Joao Félix en una jugada prometedora del portugués (con una amonestación anterior, el croata se lo hubiera pensado)…

Fueron tantas las situaciones polémicas que acabaron perjudicando al Barça y beneficiando al Madrid en el Clásico del domingo en el Bernabéu (3-2) que en el saco no cabían todas y en un principio hasta se dio por buena una decisión del árbitro abulense del Comité riojano: la amarilla a Camavinga en el 33′ por tumbar a Lamine Yamal cuando ya se iba solo hacia portería en el vértice del área grande. Una roja directa parecía demasiado porque se interpretó, ingenuamente hasta por los más barcelonistas, que algún otro defensa del Real Madrid llegaba a tiempo para interponerse entre el barcelonista y Lunin. Error. O como mínimo, debate.

El reglamento indica que un defensa merece la roja directa si corta una ocasión manifiesta de gol, en una situación en la que la cobertura de un compañero del infractor no va a llegar a tiempo de evitar el mano a mano con el guardameta. Que se lo pregunten a Araujo, que fue expulsado por su falta a Barcola en el Barça-PSG.

La del uruguayo, sí es que realmente cometió una infracción (hay exárbitros que vieron teatro del francés), fue más clara: más cercana a Ter Stegen y menos compañeros cerca.

Pero la captura de la imagen de la zancadilla de Camavinga a Lamine Yamal deja claro que el canterano, entrando en diagonal, también iba a tener tiempo de disparar solo ante Lunin porque la ayuda de Valverde (a dos metros) no llega a tiempo y Tchouameni corre más lejos hacia el punto de penalti. Los dos están por detrás de Lamine Yamal en sus respectivas carreras. Y el adolescente de 16 años está en plena aceleración.

Sí, puede ser que la velocidad del centrocampista uruguayo acabara evitando que Lamine se plantara en un mano a mano para driblar a Lunin. Pero para impedir un disparo ya dentro del área seguro que no llegaba. Y un tiro sin un defensa delante es una ocasión manifiesta de gol. E interpretar que Valverde llegaba es interpretar demasiado. Lamine iba con ventaja. Esa era la única realidad que no requería interpretación. ¿Tarjeta roja directa perdonada? Quedó en amarilla, la polémica olvidada del Clásico.

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