La Liga 2019/20 ya es del Real Madrid, la número 34 de su palmarés. La que será siempre recordada por el parón por el coronavirus.
Los blancos continuaron ante el Villarreal (2-1) con su impresionante racha y sumaron su décima victoria consecutiva, pleno desde el reinicio de la competición, para llevarse el título una jornada antes del final del campeonato doméstico.
Se ha convertido ya en costumbre que adivinar el once de Zidane sea casi imposible y ayer sorprendió con la presencia de Hazard y un 4-3-3 que lanzaba un claro mensaje: nada de especular, había que ir a por la victoria. Javi Calleja, por su parte, no quiso que se repitiera la historia del partido ante el Barça de hace unos días y por ello reforzó su defensa, poniendo cinco hombres, y su centro del campo, con cuatro y sin Cazorla.
El guión estaba claro con ambos planteamientos y el Madrid fue amo y señor del partido en una primera mitad en la que el campo parecía inclinado hacia el lado local. La banda derecha fue una autopista, con Rodrygo insistiendo una y otra vez por esa zona, y por allí llegó la primera ocasión en un centro que Benzema remató demasiado obstaculizado por varios defensas del conjunto amarillo.
Luka Modric se convirtió en amo y señor del partido en esta especia de segunda juventud que parece estar viviendo y de sus botas nació el primer gol poco antes de la media hora de juego. Arriesgó Chakla en la salida, robó –cómo no– Casemiro y Modric condujo hasta encontrar el momento perfecto para ceder a Benzema, que fusiló a Asenjo para hacer el primero del Madrid.
El tanto hacía campeón al conjunto blanco, pero en realidad lo había sido durante toda la noche. El Barça no solo no era capaz de ganar a Osasuna sino que iba perdiendo desde el minuto 15, lo que daba aún más tranquilidad al Real Madrid, que pese a todo siguió a lo suyo y siguió dominando ante la desesperación de Gerard Moreno, al que no le llegaba ni un balón, y el esfuerzo de Zambo Anguissa, que se tenía que multiplicar para frenar al centro del campo madridista.
Calleja movió el banquillo tras la desastrosa primera parte de su equipo, que no había generado ni una sola ocasión, y sacó a Bruno y Ontiveros primero y a Cazorla y e Iborra después. Muchos centrocampistas y mucho talento al campo y el partido se volvió parejo, con el Real Madrid dejándose querer y buscando algún contragolpe y el Villarreal teniendo más el balón.
La tuvo Dani Carvajal en una gran jugada individual por la derecha que acabó con un chut que sacó como pudo Asenjo y la respuesta fue de los amarillos en una acción en la que Courtois se anticipó a Quintillá y acabó chocando con la rodilla del lateral, que dejó al portero belga casi noqueado y cerca de tener que pedir el cambio.
Otro robo en el centro del campo de nuevo inició la acción que iba a dejar el choque más encarrilado. Sergio Ramos salió de la cueva como si de Beckenbauer se tratara y avanzó con potencia hacia el área al estilo Ronaldo para, al adentrarse en ella, ser derribado. Hernández Hernández no lo dudó y señaló los once metros, donde el Madrid trató de marcar de una extraña forma. Sergio Ramos cedió a Benzema y el galo fusiló, pero se había adentrado dentro del área antes de tiempo, había que repetirlo. Lo hizo Karim y no falló.
Rozó el tercero Kroos con un zapatazo desde la frontal que se estrelló en el larguero y a continuación un golazo de Iborra de cabeza le iba a dar emoción al final del partido.
Una Liga había en juego y el Villarreal nunca se rindió, acorralando a los blancos y convirtiendo en héroe a Courtois, que se lució con varios paradones que evitaron el empate. Asensio vio como le anulaban un gol tras una increíble jugada de Benzema, pero ya daba igual, no había tiempo para más, la Liga era del Real Madrid.