El Villarreal sobrevivió a una primera parte notable del Atlético, con 13 remates rojiblancos por ninguno visitante.
Penalti de Trigueros sobre Carrasco que ni el VAR ni el árbitro vieron.
El Villarreal se adelantó en el primer remate que tuvo, con un golazo de Trigueros.
Suárez empataba cinco minutos después, pero un error entre Giménez y Savic permitía al Villarreal poner el 1-2.
Mandi, en el 95′ se marcó un surrealista autogol cuando el Villarreal tenía el triunfo en el bolsillo.
Simeone maneja un buen número de ideas muy claras sobre este deporte. Por algo lleva toda la vida en él. Una de ellas tiene que ver con la contundencia, que es la capacidad que tiene un equipo para transformar o no las ocasiones que genera. O contundencia como el concepto que ilustra la eficiencia a la hora de defender determinados balones para evitar cometer errores. El Atlético-Villarreal fue un compendio de todas estas cuestiones. Un equipo castellonense que aprovechó cada una de las ocasiones que tuvo, un Atlético que generó un reguero de oportunidades con poco rédito. Y al final, una acción defensiva en la que ni Savic ni Giménez se acordaron del librillo del Cholo y permitieron el gol que sepultó al campeón. O contundencia para minimizar ese último accidente que dejó al Villarreal sin la victoria, en una absurda cesión de cabeza que se coló en la portería a segundos para el final.
Entre lo malo, que el equipo rojiblanco se dejó dos puntos en una Liga que estará muy igualada. Entre lo bueno, que generando oportunidades como la que generó ante el Villarreal, no se le escaparán muchos partidos a los de Simeone.
Simeone anticipó un partido muy parejo, cerrado, que se podría decidir en un detalle. No se equivocó tampoco. De ahí que desde el principio, el equipo colchonero quisiese darle la vuelta al guión. El Atlético salió en modo ‘campeón de Liga’. Quizás tuviese que ver con el hecho de que el once era exactamente el mismo que en la recta final de pasado campeonato fue el mejor de la competición. Las piezas de la maquinaria, en sus sitios precisos.
De tal forma que el equipo colchonero salió intenso, rápido en las combinaciones, agresivo, incisivo… reculando a su rival en el área, con un disparo lejano de Hermoso, algún centro peligroso de un Llorente que por fin pudo recuperar una posición más adelantada, merced a la presencia de Trippier en el once. El madrileño mostró esa capacidad física y de desborde que tiene.
Los primeros 25 minutos fueron realmente buenos, con una gran ocasión de Lemar que acabó en el palo, tras una jugada coral. Pintaba mal para los de Emery, pero entre Soto Grado, los parones del Villarreal y la pausa de hidratación, el equipo visitante intentaba bajarle las pulsaciones al partido. Entre medias, un pisotón a Carrasco en el área que pasó desapercibido incluso para los tecnológicos árbitros del VAR. El belga fue a un balón dividido con Trigueros, éste controló largo y pisó en el talón al belga. El jugador rojiblanco acabó en el suelo doliéndose, Simeone protestando, el VAR viendo el debut de Messi en el ‘streaming’ de Ibai Llanos y el Cholo amonestado por Soto Grado que estaba como loco por la música.
La primera mitad acababa con una gran jugada del Atlético, con un disparo de Carrasco con Rulli batido, que la defensa del Villarreal sacaba de debajo de los palos. Y una más, con un remate de cabeza de Trippier, que llegaba al segundo palo como el ‘Expresso de Manchester’ para conectar con un enorme pase de Lemar. El balón tocaba en las piernas de Mandi para irse fuera. De no haber tocado en el defensor visitante, habría sido el primer gol.
Los de Emery resoplaban de alivio al irse al descanso porque habían sobrevivido a una primera parte del Atlético notable. Por ponerla en datos, con 13 remates rojiblancos por ninguno del Villarreal, siete saques de esquina de los de Simeone y ninguno de su rival.
La segunda mitad comenzaba con la misma velocidad de vértigo que habían dejado los primeros 45 minutos. Una ‘delicatessen’ de Correa en el área con disparo cruzado que Mandi evitaba que se metiese en la portería, más saques de esquina, más agobio… Pero cosas del fútbol y de la contundencia que siempre ilustra Simeone. El primer remate del Villarreal acababa en gol, un gran eslalon de Yeremy Pina que dejaba el balón en la frontal donde Trigueros lanzaba un misil que doblaba la mano de Oblak. Tampoco es que fuese una casualidad, porque a raíz del interludio, el Villarreal comenzó a leer muy bien la espalda de los carrileros del Atlético, especialmente en el caso del internacional español Sub-21.
El Metropolitano estaba estupefacto y se acordaba de algunos partidos de la recta final del curso pasado, con el Atlético volcado, en el que se encontraba con un gol en contra con media ocasión del rival. Sin embargo, el equipo rojiblanco reaccionó apenas cinco minutos después. El campeón es el rey a la hora de castigar los errores rivales. De tal modo, que un saque de banda a favor de los castellonenses, pegado a su área, servía para que Llorente robase el balón, se lo cediese a un Correa que a su vez ponía el balón en el punto de penalti donde Luis Suárez hacía su primer tanto de la temporada, de primeras, colocando el balón pegado al palo.
El Atlético perdió fuelle en ese momento, para buscar el segundo, con más ganas que sentido en sus acciones. Y Simeone daba entrada a De Paul y Saúl, por Carrasco y Luis Suárez.
No suele ser habitual ver al Atlético fallar en una oportunidad así, pero el caso es que un balón que Capoue envió a la nada se convirtió en una falta de entendimiento entre Savic y Giménez que sirvió para que Yeremy robase, cediese a un Danjuma que volvió a marcar en el Metropolitano como ya lo había hecho con el Brujas en Champions.
De ahí al final del duelo, el Atlético lo intentó a la desesperada, con disparos de Koke, Saúl, Llorente, sin dar con la tecla de esas igualadas o remontadas que en el curso pasado le dieron muchos puntos. Todo parecía abocado a la derrota local, pero una jugada final cerró un partido surrealista. Saúl rifaba un balón largo, Mandi cabeceaba hacia su portería sin ver que Rulli había salido de su zona y el balón acababa en la red.